El huecograbado es uno de los procesos de impresión más antiguos que se sigue utilizando hoy en día.
Se distingue entre el huecograbado de hoja, para tiradas más pequeñas, y el huecograbado de bobina, para tiradas más grandes. Este último es también el proceso más común.
En la impresión calcográfica, la imagen impresa se graba en el cilindro de impresión (o plancha de impresión). A continuación, se sumerge en la tinta y se raspa el exceso de tinta para que sólo quede la tinta de las depresiones (celdas). Por último, esta tinta se transfiere al soporte de impresión con una elevada presión de contacto y gracias a la capacidad de absorción del papel.
Con materiales menos absorbentes como el metal o el plástico, esto sucede a través de la carga electrostática.
Además de la alta calidad de impresión, la riqueza de los colores y la uniformidad en la aplicación de la tinta, el huecograbado ofrece la ventaja de poder regular la cantidad de tinta aplicada utilizando celdas de diferentes profundidades. Esto significa que se pueden reproducir medios tonos, algo que la impresión offset sólo puede simular.
La impresión en huecograbado se utiliza sobre todo para revistas y catálogos, láminas de plástico y metal, sellos, valores o incluso billetes de banco.
La impresión calcográfica también puede utilizarse en las artes, donde es popular el grabado a mano.